Sí que es
imposible echar luz sobre ciertos asuntos… La lógica dice que la luz,
después después del alba, sobreviene,
sin embargo, en algunas materias, esto es sólo una esperanza. Es casi imposible
discurrir sobre cuestiones que prometan llegar a buen puerto cuando se
trata de definir idiosincrasias, menos aún cuando nos
proponemos determinar razones para esas
peculiaridades .
En realidad
lo nos desvela es entender por qué el argentino es como es… Me dirán que sea
menos pretenciosa, que no hable del argentino, que hay un país distinto más
allá de Buenos Aires que, por otra parte, concentra a la mayoría de la
población… Y sí, tienen razón, pero si nos atenemos a lo números estadísticos y
marcamos tendencias, nos encontramos con que hay una forma de establecer lo que en la década del setenta llamaron
pomposa y erróneamente “el ser nacional”, en un tiempo en el que el concepto
nación tenía una vigencia de la que hoy carece, a no ser por los
nacionalismos, “ismos” contestatarios
contra la globalización creciente.
La variable
independiente de nuestra cuestión sería la ideosincracia del argentino, tema
ontológico de por sí y en el que empezaríamos a discrepar. “Somos como somos”
de Eladia Blázquez; o “La argentinidad al palo” de la Besuit; o Gardel con “Mi
Buenos Aires querido” y un ser destinado
al exilio, también de sí mismo. Lo cierto es
que si un argentino encuentra a un compatriota fuera del país es muy probable
que le huya. Un argentino habla mal de los argentinos como si él no lo fuera,
negando la pertenencia y cualquier parecido. También hace negocios en la Argentina pero gira sus dividendos fuera, con un Uruguay con
fueros de independencia, como un ex,
del que vamos y venimos…
Bueno, pero
volvamos al tema, no me cabe duda de que no somos “hijos de los barcos”, aunque
sí lo fuimos en algún momento en el que la inmigración fue fuerte, no ahora.
Mientras fue pasando el tiempo la tendencia
europea en la forma de ser, que diera origen al tango y al lunfardo como resultado de la
integración, se fue diluyendo en el mestizaje interno. Las migraciones de los
países vecinos reforzaron la tendencia
americanista.
Al
argentino le convence mucho más un caudillo que una legalidad institucional. Y
claro!, si la legalidad institucional siempre fue dudosa, rozándo lo ilegítimo
por lo menos, y los caudillos, que derivan directamente del cacique pre-hispano,
tienen más entidad.
El
argentino es individualista, tres argentinos no logran acordar, y eso podría
tener explicación en la soledad y la
libertad del gaucho en la pampa. Sin un clima riguroso que imponga la
congregación en pocos espacios para defenderse del frío, bastaba con un cuchillo en mano, un caballo y el
horizonte por delante, claro que el argentino puede haber impreso en sus genes
el individualismo.
El argentino
no respeta las normas, no las respeta si les son impuestas, sí tiene códigos
primarios que le vienen incluídos, como el ser solidario. La historia de
federales y unitarios con su desenlace tan cierto como ambivalente puede muy
bien haberlo afectado genéticamente…
Los
argentinos somos muy creídos, y tenemos con qué, somos capaces de grandes
hazañas, pero incapaces de mantenerlas, como grandes neuróticos perdemos lo que
conseguimos. Tenemos premios nóbeles, los mejores jugadores de fútbol y hasta
una futura reina y un Papa, pero somos completamente ineptos para hacer un proyecto común y crear las Políticas de
Estado para concretarlo.
Somos centauros que, quizás porque como nuestros ancestros no distinguimos la división entre lo público y lo privado, robamos al Estado, a lo público, hasta el agua de los jarrones... , incapaces de lograr un mínimo de organización para defender el Bien Común.
Somos centauros que, quizás porque como nuestros ancestros no distinguimos la división entre lo público y lo privado, robamos al Estado, a lo público, hasta el agua de los jarrones... , incapaces de lograr un mínimo de organización para defender el Bien Común.
Por suerte,
también lo que escribo, no tiene consenso…