jueves, 25 de junio de 2009

Eva y Perón

Sonó el timbre y ella fue a abrir la puerta. Era su marido.
-¡Ayyyy!-gritó ella_ ¡pero si vos estás muerto!
-Vos también Eva…, también vos… Quería que nos pusiéramos de acuerdo para no repetir eternamente esta escena…-Eva entonces dejó abierta la puerta para que él entrara, se sentó en el sillón y rompió a llorar:
-¡Es injusto, es muy injusto!
- Sí que lo es…
-Yo creía sinceramente en lo que hacía, hubiera dado mi vida para lograrlo.
-La diste…
-Y mi hija, qué hay de mi hija…
-Creció con su padre y la mujer de su padre.
-Y vos Domingo, qué hiciste después…
-Lo que venía haciendo…
- No entendía por qué siempre pendulabas, no lo entiendo …
- El país estaba formado por muchos, había que negociar para abarcar a todos, y por eso se necesitaba manejar las cosas al límite de lo ambiguo…Una marcha, un gran caudillo y vos, e hicimos que modificara la historia argentina…
- Usaste a los descamisados, me usaste a mí…
- Eso es la política. No puedo desconocer tu mérito, también es cierto que cada dos por tres reboleabas mi sable, el que estaba colgado sobre la chimenea, y lo tirabas por la ventana…
- Vos hacías discursos y no eran ciertos, y yo te apoyaba porque sabía que era tu esqueleto, sin mí todo tu ser hubiese caído como una masa amorfa, como ese pollo deshuesado para hacer arrollado.
- ¡Evita, eras mi mujer!
- Sí, “tu” mujer… Mujer para parir mi hija y verla a veces de lejos…Para venir de la plebe y saber actuar de lo que no se es… Para desafiar a los tigres con tres espinas…
-Más quisieran, los hombres del mundo, atreverse como vos te atreviste, usaste todo lo que tenías e inventaste lo que no tenías…
-No estamos acá para que me consueles Domingo, estamos acá porque te convoco a que me digas por qué dejaste caer todo lo que habíamos hecho, por qué, al menos no moriste en el 55 defendiendo lo que habíamos logrado. Sabés cuántos murieron en la Plaza?
- Eva, ves que no te ubicas bien, para qué servía muerto? Si era lo que querían los que me destituyeron.
- Para ser bandera Domingo, para no volver y provocar masacres… Me enteré de lo que hiciste en los 70…
- Evita, las banderas ya no existen, dejaron de tener valor …Y las masacres eran inevitables. Nacimos en un territorio que fue fundado sobre una ciudad sitiada, donde un hermano se comió al otro… Y a eso le siguieron la Mazorca, la Campaña al desierto, la Guerra al Paraguay, y sobre todo esa necesidad de carne asada y esa costumbre de cuchillo en mano… Por otra parte también el iluminismo fue pura mentira…
- ¿Existe la ciudad de los niños?
- Sí, y existis vos, vos más que yo… Vos connotada. La reina de la música pop, pop por popular, hizo una película con tu vida, un musical… Y anduvo un tiempo mimetizada con tu historia…
- Pura mierda Domingo! Sé lo que es arrastrarse, sentir hambre, hacer de puta, tener una hija y regalarla, morir de cáncer de útero, y amarte a vos, tan lábil, tan egocéntrico y voluble, tan peronista y narciso…Cuando empecé a tomar conciencia de parte de lo que te digo, juré que iba a hacer todo lo posible para ser vicepresidente. A mí me animaba otro fuego, un afán reinvindicatorio, el odio mascullado, la fuerza de ser osadamente rebelde, el apellido que no me dieron y el que tengo y me da orgullo. Soy Duarte, Juan Domingo Perón, y vos sos Perón porque yo te sostuve, sostuve tu majestuoso, enorme, y pesado títere de vos mismo, mientras vos lo manejabas deslumbrando! A vos la historia te creó, a mí la historia, mi historia personal sólo me sirvió de trampolín: me recree mil veces, mil me reinventé y te vengo a preguntar si no fue para nada… Si de nada sirvió, si destruiste todo después de mi muerte…
-Yo títere de mí, yo Narciso, y vos?
- Una gran actora, sí, actué de reina y no me disgustó, y millones de mujeres se identificaron conmigo, igual vos sabés qué me animaba, había perdido demasiado, había sido despreciada y maltratada, buscaba la reivindicación en mis descamisados, en los millones de hijos que tenía y que me idolatraban como Virgen… Hubiera sido más sencillo llevar el apellido de mi padre, casarme y poder criar a mi hija…Ser Virgen me disgustaba, no tenía poderes sobrenaturales para paliar el dolor del mundo, eso y no tener cerca a mi hija, sentirme culpable por abandonarla, hizo que me enfermara. Claro que hubiera sido más sencillo no ser Evita.
- No te lo creo…
- Y entonces por qué crees que mañana volverás a tocar esa puerta para ser interpelado por mí…

miércoles, 17 de junio de 2009

El cazador oculto

El porvenir es tan irrevocable
Como el rígido ayer. No hay una cosa
Que no sea una letra silenciosa
De la eterna escritura indescifrable
Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
De su casaya ha vuelto. Nuestra vida
Es la senda futura y recorrida.
El rigor ha tejido la madeja.
No te arredres. La ergástula es oscura,
La firme trama es de incesante hirro,
Pero en algún recodo de tu encierro
Puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas está Dios, que acecha
Jorge luis borges


El camino es fatal como la flecha, pero en las grietas está Dios que acecha… Dios, para Borges, pasa a ser artífice de la modificación del fatal destino. Los humanos, Sísifos incansables, constructores- de-constructores tienen la información en sus genes de su acontecer desde que eran primates hasta el homo sapiens. Es difícil determinar lo dionisíaco de lo apolíneo, qué es instinto y qué cultura, y hasta dónde impera la razón. Al fin y al cabo cómo cuánto nuestros saberes se distinguen de los de las cucarachas para seguir sobreviviendo sobre el planeta…

La teoría de lo pequeño nos incluye y en realidad define que tenemos tanta exposición al azar que podríamos esperar , lejos de cualquier vaticinio nefasto, sigamos en la faz de la tierra: hay un cazador de destinos, y ese es el Dios de Borges. Después de habernos erigido nosotros mismos en Dioses y de desequilibrar casi trágicamente la vida, cuando las empresas multinacionales se plantean como gobierno y los Estados dejan de ser naciones soberanas para cumplir funciones de gendarmes, la esperanza está puesta en ese cazador oculto, que acecha, cuando estamos en el más oscuro de los encierros. La posibilidad de crear una cultura universal que enarbole los principios kantianos del imperio de la razón parecería desvanecerse con el ideario de la Revolución Francesa, sin embargo el porvenir tiene aún la esperanza que nos otorga el cazador de destinos irrevocables, el cazador oculto que rompa “la firme trama de incesante hierro”… Dios es el azar que hace que se desate una tormenta en Nueva York con el pequeño gesto de aleteo de mariposa en Pekín. Dios, que en “algún recodo de nuestro encierro” hace una luz en una hendidura…

Patricia dejó de escribir, quizá , como simple mortal pensó que debería hablar de su pequeño universo, de su casa, sus perros , sus hijos, sus amigos y el arte… Quizá pensó que hubiera debido hablar del amor, que aparece sólo en los cuentos que escribe, quizá se le hizo evidente que era necesario hablar de ella…

Quizá del laberinto borgiano se escape por arriba, pensó, quizá sea un salto y nada más. A lo mejor Dios es verbo, es acción, y necesite encontrar sólo una excusa para dejarme atravesar por él.




Luego de escribir el texto que precedente, Patricia Sosa sacó un pasaje a la selva peruana ,al Amazonas, allí fue picada por una víbora. rememorando lo acaecido con el principito, pero, a diferencia del personaje de Saint Exupery, no murió sino que fue llevada ante los chamanes de la zona que lograron que el veneno detuviera su accionar. Después de estar inconsciente varios días logró volver a la conciencia con daño cerebral, por lo que perdió la capacidad de tener pensamiento abstracto. Ya no era inteligente, su coeficiente intelectual había sufrido un menoscabo irreparable. Sin embargo, o a lo mejor gracias a esta maravillosa incapacidad, conoció a un aborigen de excelente humor, se enamoró y se formó pareja con él… Actualmente vive en el Amazonas y se dedica al arte

miércoles, 10 de junio de 2009

Feliz compra

Cuando supo que los habían matado a los dos no pudo acotar palabra, sencillamente volvió a su casa casi corriendo y fue al baño, le solían pasar esos exabruptos incómodos cuando había una situación que la desbordaba. Simplemente le venían unos retorcijones en las tripas y su colon literalmente era incontenible. Eso fue lo que pasó cuando llegó a la cortina cerrada del supermercado chino pintada de celeste verdoso. La joven pareja había migrado recientemente, ella era muy simpática, entonces recordó que tenía en la cartera su escrito de hacía dos días. Por intermedio de Oscar, el chino que hablaba bien el español, le preguntó cómo estaba y ella terminó escribiéndole en una hoja, ese día no se la veía tan feliz como de costumbre. Oscar reprodujo su pregunta, medio como charada y ella, por respuesta, le había escrito en chino. Ahora estaba muerta.

Fue una, y otra, y otra vez al baño. Le habían hecho un estudio endoscópico que determinó que no tenía nada, digamos nada más que el intestino irritable por los nervios, quizá lo peor del diagnóstico era que no tenía cura. Más que no digerir la situación, Ana María estaba realmente asustada. “La mafia china es peligrosa”, había dicho su hijo cuando se postularon para inquilinos del local de la esquina. La primera vez que había oído hablar a alguien de la mafia china fue en Barcelona, en el Parque Guel, una mujer que vendía pañuelos descartables de puro aburrida se puso a conversar con ella sobre dónde vivía, un barrio marginal, y que hacía poco habían matado allí a un chino con el sistema de cortes desangrantes: cortes puntuales que aseguraban que no llegara a ser asistido, que iba a morir a los pocos minutos. Además de matar era evidente que el mensaje era amenazador y causaba terror.

En el Gran Buenos Aires los chinos habían sido asimilados como tantos inmigrantes, y parecían tener con nosotros, los argentinos, cierta afinidad. Pensó en la cautiva del cuento de Borges bebiendo la sangre de la vaca recién muerta, a la usanza india y se sobresaltó.

La casa de al lado de la suya también pertenecía a los chinos. La preocupaba una escalera muy alta apoyada en su pared lindera: podían perfectamente entrar a su casa por el fondo. Esa escalera nunca la había visto antes. La situación colmó cuando Oscar, que así lo habían rebautizado, tocó con insistencia su timbre varias veces durante esa tarde. Oscar era un chino feo, tenía la cara como más dura y su piel parecía de lija, no como la de los otros que se veía tersa y suave.

La joven pareja había sido muerta con arma blanca, arterias principales, la yugular, además en piernas y en brazos. Recordó que cuando era chica, su vecina Teresa, a las gallinas no les estiraba el pescuezo, las desangraba. Aunque ella nunca lo había visto siempre se la había imaginado entrando al gallinero cuando las gallinas buscaban su lugar para dormir. Se imaginaba que ni siquiera aleteaban o escapaban sino que perdían sus fuerzas con la sangre que se les iba. Ahora su mayor temor era pensar que “la gallina” podría ser ella, si esa chica le había escrito algo comprometido. Miraba una y otra vez la nota en esos caracteres indescifrables y mientras iba y venía del baño terminó encontrando una punta para desovillar su terrible preocupación: iría a lo de su tía, al lado había otro supermercado chino y acompañada de ella pediría que alguien leyese lo que decían esos incomprensibles símbolos.

Con la ventana sin reja de la cocina esa noche decidió trasladar un colchón allí y dormir con el perro y el aerosol de gas antirrobo al lado de ella. El amanecer los encontró durmiendo a ella y al perro a pata ancha, olvidados de la amenaza, y fue el insistente timbre de Oscar lo que la despertó. Miró por la mirilla y esperó que desistiera. Entonces llamó un remis y allí fue a dilucidar su pista… Grande fue la decepción cuando tradujeron “feliz compra” o “bienvenida su compra”.

En los noticieros y diarios hablaban del sospechado dueño del supermercado aunque se desconocían motivos. Ella, tan asidua visitante del supermercado y tan cercana físicamente al lugar como vecina próxima, nunca había visto a ningún dueño, Oscar no lo era, funcionaba como encargado o supervisor. Se aclaró, a medias, la insistencia de Oscar cuando le acercó la bolsa de compras suya que había olvidado el mismo día del asesinato a la tarde. Sin embargo en su terraza aparecieron tres bolsas de consorcio con carpetas escritas en chino, algunas ropas y vaya a saberse qué más. Evidentemente las habían dejado subiendo por la sospechosa escalera cuando ella y el perro dormían en la cocina con la luz prendida. Ana María las dejó allí a merced de la lluvia y sólo se atrevió a sacarlas a la puerta de calle dos meses después.

Tanto la casa como el supermercado tuvieron cartel de la inmobiliaria al otro día, y todos los chinos desaparecieron después de una mudanza nocturna. La imagen de la pareja feliz llegada a estas tierras quedaba en la tiniebla del horror. Ella, Ana Maria se prometió entonces no pisar más un supermercado chino. Le habia quedado muy en claro que los códigos mafiosos eran códigos mafiosos, acá y en la China…