miércoles, 17 de junio de 2009

El cazador oculto

El porvenir es tan irrevocable
Como el rígido ayer. No hay una cosa
Que no sea una letra silenciosa
De la eterna escritura indescifrable
Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
De su casaya ha vuelto. Nuestra vida
Es la senda futura y recorrida.
El rigor ha tejido la madeja.
No te arredres. La ergástula es oscura,
La firme trama es de incesante hirro,
Pero en algún recodo de tu encierro
Puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha.
Pero en las grietas está Dios, que acecha
Jorge luis borges


El camino es fatal como la flecha, pero en las grietas está Dios que acecha… Dios, para Borges, pasa a ser artífice de la modificación del fatal destino. Los humanos, Sísifos incansables, constructores- de-constructores tienen la información en sus genes de su acontecer desde que eran primates hasta el homo sapiens. Es difícil determinar lo dionisíaco de lo apolíneo, qué es instinto y qué cultura, y hasta dónde impera la razón. Al fin y al cabo cómo cuánto nuestros saberes se distinguen de los de las cucarachas para seguir sobreviviendo sobre el planeta…

La teoría de lo pequeño nos incluye y en realidad define que tenemos tanta exposición al azar que podríamos esperar , lejos de cualquier vaticinio nefasto, sigamos en la faz de la tierra: hay un cazador de destinos, y ese es el Dios de Borges. Después de habernos erigido nosotros mismos en Dioses y de desequilibrar casi trágicamente la vida, cuando las empresas multinacionales se plantean como gobierno y los Estados dejan de ser naciones soberanas para cumplir funciones de gendarmes, la esperanza está puesta en ese cazador oculto, que acecha, cuando estamos en el más oscuro de los encierros. La posibilidad de crear una cultura universal que enarbole los principios kantianos del imperio de la razón parecería desvanecerse con el ideario de la Revolución Francesa, sin embargo el porvenir tiene aún la esperanza que nos otorga el cazador de destinos irrevocables, el cazador oculto que rompa “la firme trama de incesante hierro”… Dios es el azar que hace que se desate una tormenta en Nueva York con el pequeño gesto de aleteo de mariposa en Pekín. Dios, que en “algún recodo de nuestro encierro” hace una luz en una hendidura…

Patricia dejó de escribir, quizá , como simple mortal pensó que debería hablar de su pequeño universo, de su casa, sus perros , sus hijos, sus amigos y el arte… Quizá pensó que hubiera debido hablar del amor, que aparece sólo en los cuentos que escribe, quizá se le hizo evidente que era necesario hablar de ella…

Quizá del laberinto borgiano se escape por arriba, pensó, quizá sea un salto y nada más. A lo mejor Dios es verbo, es acción, y necesite encontrar sólo una excusa para dejarme atravesar por él.




Luego de escribir el texto que precedente, Patricia Sosa sacó un pasaje a la selva peruana ,al Amazonas, allí fue picada por una víbora. rememorando lo acaecido con el principito, pero, a diferencia del personaje de Saint Exupery, no murió sino que fue llevada ante los chamanes de la zona que lograron que el veneno detuviera su accionar. Después de estar inconsciente varios días logró volver a la conciencia con daño cerebral, por lo que perdió la capacidad de tener pensamiento abstracto. Ya no era inteligente, su coeficiente intelectual había sufrido un menoscabo irreparable. Sin embargo, o a lo mejor gracias a esta maravillosa incapacidad, conoció a un aborigen de excelente humor, se enamoró y se formó pareja con él… Actualmente vive en el Amazonas y se dedica al arte

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