jueves, 29 de noviembre de 2007

Horrores y amores andando y desandando soledades

I

Fin de año. Escalada. Los Estelares. No más Redondos. Hasta el clima había cambiado, ahora era subtropical . Todo se fragmenta y yuxtapone, pensó. Decididamente la belleza y la bestialidad son patrimonio casi exclusivo de los humanos. Estalló el centro y la verdad hay que buscarla entre los escombros. Dos sidras tibias tomadas en vaso. El era “el hombre desmalezador”, el benévolo hombre desmalezador… Con su casco amarillo y su máquina que andaba con mezcla de nafta y aceite se había propuesto hacer el Bien. Hacía ya un par de años, desde que los calurosos veranos ayudados por las copiosas lluvias y tormentas hacían crecer los pastos y las malezas desmesuradamente, por amor al prójimo y a su propio trabajo, recuperaba baldíos . Nunca hubiera imaginado que su proba tarea tendría un final tan lúgubre y abrupto…

Se había propuesto que todo baldío que se encontrara en las afueras del Gran Buenos Aires iba a ser cortado por él… Miguel tenía 28 años, vivía solo en una casucha con sus dos perros, sus trecientos cincuenta y seis libros y sus seis jilgueros. No se podía decir que era feliz, tampoco infeliz… Mantenía jardines haciendo parquización y paisajismo en seis casas imponentes de la zona de Lomas de Zamora. Hubiera podido tener más trabajo si hubiera querido, sin embargo eso le bastaba para vivir aceptablemente, para lo que él consideraba, y le dejaba suficiente tiempo libre como para dedicarse a la lectura, a tomar mate debajo los árboles de su casa y a ser “el benévolo desmalezador” que rescataba, para alegría de los habitantes de los barrios pobres, los terrenos ganados por el increíble crecimiento de las malezas.

Miguel tenía una personalidad sumamente introvertida, le costaba muchísimo hacer sociales, charlar lo mínimo le significaba un gran esfuerzo. Un Buen día o Buenas tardes a veces le significaba tanto trabajo que caminaba dos o tres cuadras de más para no hacerlo. Claro que no era porque no quisiera a los seres humanos, si no que simplemente estaba mejor solo ya que la comunicación le resultaba imposible… En su trabajo de desmalezador muchas veces se había encontrado con cosas desagradables: perros muertos, ratas y muchísima basura. También había encontrado para su sorpresa una lata de las de los antiguos bizcochos Canale, con una bolsa de polietileno metida en otra bolsa, y en otra, que contenía la increíble suma de 7000 dólares. Con el dinero se había comprado los electrodomésticos que le facilitaron la vida y un televisor gigante.

II

Ese día 31 había sido marcado por la mala suerte… Mala suerte era poco decir, se había enfrentado con el horror… Del otro lado de Camino Negro había marcado un terreno para hacer su obra de bien de Fin de Año. Esa tarde y cuando había llegado a la mitad de su trabajo, detrás de unos tártagos enormes, lo esperaba el hallazgo de una pierna hinchada y con zapato puesto que lo hace huir espantado y al borde del vómito.

Para sus enormes dificultades de comunicación ese horrible descubrimiento le significaba el peso torturante del silencio. Cuando llegó a su casa, lívido y tambaleante, los perros no sabían cómo consolarlo… Salió de la ducha para limpiarse de tanto sudor y espanto y Tincho le lamía las manos en una actitud inusual y Tony los dedos de los pies. Pensó que debía hacer un gran esfuerzo para olvidarse de lo que encontró y se dispuso a comer el asado compartido con los perros para despedir el Año viejo, pero no pudo probar bocado y las tiras de carne las terminaron comiendo sus compañeros perrunos.

Entre recordar y entre olvidar de pronto vio el pantalón sucio que había usado esa tarde y la billetera de cuero vacía que había encontrado en el baldío, poco antes del espantoso hallazgo, y que se había guardado en el bolsillo. Qué horror!, pensó, y fue al baño para tomar un pedazo de papel higiénico para sacarla de ahí. No había razón para unir la billetera con el hallazgo horroroso, se dijo, tratándose de convencer. En uno de los compartimentos había una tarjeta que retiró con dificultad para no tocar sin el papel higiénico que lo protegía del asco: Miguel Ángel Torres, gerente general y el logo de Telefónica en relieve le hizo parar los pelos de la nuca…


III

Primero de año y después de haber pasado por pesadilla tras pesadilla a las cinco y media de la mañana prendió el televisor. NatGeo sirvió para tranquilizarlo. Tiraría la billetera al pozo ciego y finalmente olvidaría todo… En todo lo que había pasado había algo más incomprensible, más del otro lado, del lado de lo impensable, él era Miguel, Miguel Ángel Torres, cuando encontró la billetera le resultó risueño encontrar su nombre, sabía de la existencia de cientos de homónimos, y hasta había pensado alardear en la casa de su hermana con sus sobrinos antes de que sucediera el monstruoso hallazgo. Si bien toparse con un cadáver completo hubiera sido de todas maneras espantoso, el horror del cercenamiento desafiaba al tabú establecido por la primigenia regla prohibitiva: los restos humanos no debían tocarse. Regla que inauguro la cultura y alejó a nuestros predecesores “homos” de los instintos y la animalidad. Quién había cometido semejante acto no pertenecía a la misma naturaleza que Miguel, era sin lugar a dudas, otra clase de animal…

Todo andaría bien. Al fin de cuentas no sería más que otra anécdota que no contaría a nadie, gajes del oficio, se dijo intentando tranquilizarse como lo hubiera tranquilizado su propia madre. Y lo creyó sinceramente. Sin embargo, un par de horas después, Violeta, la hermosa vecina de la esquina, estaba llamando en el pasillo de tierra de su casa, aquel pasillo en el que gracias a un complejo sistema de espejos que el mismo había ideado, podía ver perfectamente quién venia a visitarlo sin ser visto. No saldría a atender, estaba decidido, si le costaba la comunicación, todo empeoraba al tratarse de Violeta…

Violeta llamaba y llamaba y avanzaba hasta ubicarse finalmente frente a la puerta vidriada de la entrada. Miguel había dejado de respirar pero su silueta expectante fue adivinada por Violeta:

- Se que estas ahí, y no te molestaría si no fuese por una causa urgente. Salí o entro,-amenazo- porque la puerta está abierta. –Piedra libre para Miguel, en el peor de los días, empezó a transpirar copiosamente, luego abrió la puerta mientras pedía silencio a sus perros que ladraban enloquecidos

- Mira, ayer mis hermanos menores, que salieron a cartonear, te vieron salir corriendo descompuesto del terreno que estabas desmalezando,. Por supuesto fueron a ver que te había causado tanta impresión y la encontraron... El problema fue que si bien vos encontraste la pierna, ellos encontraron un maletín con una enorme fortuna que cargaron en el carro. El dinero es en euros, no se mucho, pero tengo en claro que no podría hacer nada con esa plata, y ya tengo, como sabrás, problemas de más, haciéndome cargo de mis hermanos desde que quedamos solos. Por eso te vengo a buscar para que vayamos a la comisaría a entregarlo y contar qué pasó…

IV

Cuando llego ya era tarde… La noche caía desolada sobre las casas que se perdían con la ultima luz del crepúsculo. Quizá la suya había sido una muy mala idea – pensó, pero siguió caminando-: nunca uno sabe detenerse a tiempo…-se dijo. No hubiera podido ir a la comisaría con Violeta, entonces estaba yendo sólo, aunque todavía no sabia que iba a decir cuando tuviera qué hablar.

En estas tierras peligrosas del Río de la Plata despertó en un calabozo con fuerte olor a orina. Le dolía todo el cuerpo y todavía sangraba su labio. No sabia que hora era ni cuanto tiempo había pasado desde que ingreso a la comisaría. Si sabia que se había declarado culpable de alguna cosa que no podía recordar. Le dolía descomunalmente la cabeza. Lo único que recordaba clarito era la voz de pito del policía, parecía mas una voz de mujer que de hombre. Se preguntaba si lo estarían esperando, porque cuando llegó todo se desarrollo con mucha celeridad, pasó del cuarto donde estaba la máquina de escribir al cuarto de los golpes sin solución de continuidad.

Devuelto después de vaya a saberse cuantas horas a una celda común, en un televisor que se oía desde lejos, un noticiero establecía el encuentro de un torso en una laguna de poca monta, una pierna y un brazo por otros descampados y su nombre como sospechoso de la muerte de su homónimo… A esto se le agrego la inconfundible voz de Violeta que preguntaba por el en hall de entrada de la comisaría. No entendía, pero esa chica estaba dando su nombre completo –hasta ese momento no sabia que ella siquiera supiese que se llamaba Miguel-, su edad, y se auto titulaba como su mujer o concubina desde hacia tres meses.


V

Si todo lo sucedido era poco creíble, lo que sucedió esa noche fue aun mas desconcertante. Su pareja, o sea Violeta, y todos sus vecinos estaban frente a la comisaría, mas…, había móviles televisivos y radiales. Todos pedían al unísono que fuera soltado, y gritaban su inocencia con pancartas. El sueño del “benévolo desmalezador” parecía cobrar realidad de la mano de todos sus vecinos y, por supuesto, de su flamante y bella mujer. Su hermano, que era abogado y con quien estaba distanciado a partir de la muerte de madre, también se hizo presente. De pronto empezó a ser bien tratado por los policías, que le acercaron pollo y papas al horno, las mismas que estaban comiendo ellos. En el televisor aparecieron hablando sus compañeros del colegio secundario, que recordaron su medalla al mejor promedio y el diploma al presentismo por no haber faltado un solo día a clases durante los cinco años…

La mañana siguiente fue llevado en patrullero hasta Tribunales, el juez mismo le tomo declaración y finalmente fue evaluado psiquiátricamente. Felizmente las palabras, que muchas veces no salían ni con tirabuzón, por efecto de los golpiza o del resarcimiento afectivo de su persona a cargo de quienes lo conocían mejor de lo que el creía, se armaban en un discurso tranquilo y sincero. Se quebró en llanto al contar el espanto del hallazgo y su impotencia al no saber qué hacer…

Esa misma noche y frente a la guardia solidaria que habían establecido algunos de sus vecinos, fue liberado por falta de merito. Violeta apareció como por arte de magia en un remis y lo llevo a su casa. En el mismo remis la radio anunciaba que había sido hallado el celular de su homónimo y daba datos certeros acerca de él: había pruebas, llamadas telefónicas y mensajes en la computadora de la gerencia, que lo sindicaban como participe en un fuerte negociado, además se sospechaba cercano al crimen organizado debido a la exportación de cobre proveniente de cientos de miles de metros de cableado telefónico, de cuyo destino se había perdido el rastro después de una compra millonaria.

VI

Ya en su casa sus perros lo recibían con alegría, habían sido alimentados y cuidados por Violeta… Sin mas, ella había trasladado todas sus cosas a la casa de Miguel. La puerta la había abierto con la llave que el creía estaba guardada secretamente en una maceta. Violeta le sonreía amistosa, cómplice y picara:

- No se si será el final feliz que vos esperabas, pero voy a vivir acá con vos, al menos por un tiempo… Estoy a dos casas de mis hermanos, lo que me permite cuidarlos y controlarlos perfectamente. Quizá seamos pareja, siempre me caiste muy bien y me intrigaste mucho con tu forma de ser tan inabordable… Sabés? A mí también me gusta mucho leer…
- Y la plata – No sabia todavía si sentirse feliz o desdichado, siempre le había gustado mucho Violeta, pero su condición de ermitaño era fuerte.
- Por lo pronto somos los socios dueños de un maletín que por ahora enteré al lado de los malvones… Muy probablemente podamos hacer uso del dinero, se que sos muy inteligente y se te va a ocurrir que hacer… Por otra parte, me sobrevino la certeza de que es imposible ponerse a salvo del mundo ! – Esas fueron las palabras justas que desarmaron a Miguel, cuando su coraza estaba precisamente derrumbándose, quizá una vida mas tibia y acompañada fuera posible junto a la bella Violeta…

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