sábado, 29 de noviembre de 2008

Entre recordar y olvidar…

Para perderse por perderse, mejor hacerlo con gracia – Nicolás lo pensó pero no logró superar el escalofrío que le corría por la espalda- Algo andaba mal como para volver siempre al mismo sitio, lo marcaba ese maldito árbol que parecía partido por un rayo.

- Que te parece si nos tomamos un descanso, bajamos, nos comemos algo de lo que llevamos ahí atrás, y hacemos el amor…

Laura lo miró con pánico, lo único que quería era retomar un camino cierto, era la quinta vez que intentaban para terminar haciendo un viaje en círculo. Pero tenía razón Nicolás, era necesario tomarse un respiro, e improvisaron un picnic. Después de un rato, y cuando a las tres de la tarde cuando comenzaba a hacer un poco de frío, fue ella quien lo descubrió tirado cerca de donde habían acampado:

-Ese hueso es humano, precisamente un fémur –comentó preocupada, sus estudios avanzados de medicina no podían hacerla equivocar.

Juntaron todo y se subieron al auto, pero no arrancaba. Es terrible perderse en algún lugar cuando las distancias son tan enormes, -pensó Nicolás – es como perderse en la nada… Le sobrevino la idea del triángulo de las Bermudas donde desaparecían las tripulaciones completas de los barcos. Luego se le ocurrió que también ellos podrían terminar siendo esqueletos tragados por un agujero negro virtual, perdidos en una inmensidad sin salida... Entonces tuvo una decisión arrojada:

- Laura traé ese hueso, lo vamos a usar como amuleto, a ver si arranca el auto y logramos llegar al próximo pueblo…- Laura lo trajo y el auto arrancó…

Por fin encontraron la ruta y avanzaban sin dificultad, en el cielo se avecinaba una tormenta. Qué harían con el femur? Cuando sólo faltaban 35 kilómetros para el pueblo y se disponían a dejarlo a la vera de la ruta, comenzó una despiadada tormenta por lo que decidieron que lo mejor sería aceptar al hueso como compañero de viaje…

Ya en el hospedaje averiguaron sobre historias de ánimas en pena, tenían muchas para contarles que no arrojaban ninguna luz sobre los sucesos que ellos habían vivido. Sin embargo fue al otro día que encontraron la clave: venía al pueblo a dar una función Teatro por la identidad. Esa visita hizo que la dueña del hotel hablara de los veinte desaparecidos que habían tenido, eran obreros de la mina en tiempos muy politizados.

Al día siguiente y con el hueso en el baúl se encaminaron a la sala donde se daría la función. No había mucha gente, apenas unas quince personas. Un muchacho alto esperaba y se pusieron a conversar sobre la poca concurrencia.

-Siempre es mejor olvidar, aunque la historia vaya a ser contada por generaciones...- dijo Francisco, ese era su nombre, además de aclararles que él no podía hacer lo mismo porque uno de los desaparecidos había sido su padre.

Fue ahí cuando Nicolás le comentó lo sucedido en el camino y Francisco acercó la solución

- Es fácil, hubo varias lugares dónde buscamos acompañados por antropólogos para hallar la fosa común, pero no tuvimos buenos resultado. Hagamos así, me lo das y mañana hablo por teléfono y lo llevo para ver qué pasa…

Laura y Nicolás le dieron el hueso y precisiones de dónde lo habían hallado. Por fin tuvieron la intuición de que podrían seguir viaje tranquilos… Un mes después recibieron un mail de Francisco: a cincuenta metros del árbol quemado por el rayo estaba la fosa común y el fémur pertenecía a su padre…

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